Las FARC-EP son la juventud en armas
En una charla mantenida, en algún lugar de la selva amazónica del Caquetá, el Comandante guerrillero Raúl Reyes me decía enfático: “Las FARC son la juventud heroica de Colombia en armas”. Recorrí decenas de kilómetros y varios campamentos guerrilleros para comprobar, con mis propios ojos, las verdades del Jefe insurgente. Los encuentros con la juventud, sin embargo, me llevaron a otra precisión importante y sugestiva: cerca de la mitad de esos guerrilleros son unas preciosas muchachas a las que el peligroso oficio de la guerra no ha podido robar su encanto.
Jenny la guerrillera
Jenny había culminado de lavar su uniforme verde olivo- y otros implementos de su dotación personal- en el pequeño río que formaba parte del campamento de Reyes. Su fusil esperaba en la orilla. Al advertir mi presencia salió al piso de madera que besaba el agua. No era un terno de baño el que usaba, sino los interiores cotidianos que parecían multiplicar su sensualidad. Los entrenamientos diarios y las duras jornadas de lucha sólo habían logrado pulir las formas perfectas del cuerpo de la muchacha. Entonces recordé que: “En Colombia hay más mujeres bonitas por kilómetro cuadrado que en el resto del planeta”. La había visto antes formando parte de la escolta del Comandante. De estatura mediana, de complexión más bien fuerte, trigueña, su cabello parecía más negro con el agua. Su rostro, sus manos y sus brazos tenían el color de la panela, las demás formas de su cuerpo habían sido protegidas, amorosamente, por el uniforme y la humedad de la selva. Un rayo de sol trajo a mi mente la analogía con los rostros amasados de trigo criollo de las dulces chiquillas de mi tierra.
El cuidado personal
¿ Por que no se baña? Me pregunta. El agua esta deliciosa. Le sentará muy bien. Entonces, con un cepillo inicia el ritual insinuante de peinarse frente al doble espejo de mis pupilas deslumbradas. Me atrevo a confesarle que esta radiante. Gracias, responde, acompañando la palabra con la mejor de sus sonrisas. Le comentó que me parece positiva la preocupación por la higiene y el cuidado personal que he podido advertir en todas las combatientes. Toma al vuelo mis palabras y recordo que las audiencias publicas, formo parte del grupo guerrillero designado para asistir a los diálogos con la juventud, en la Villa Nueva Colombia, en Los Pozos, se encontraron con cientos de jóvenes procedentes de todos los lugares de Colombia, cuya primera impresión fue verlas con sus uniformes nítidos, bien maquilladas, usando aretes, anillos, pulseras y cadenas de bambalina, pero a la última moda. Los muchachos no salían de su asombro, recuerda.
Jenny la guerrillera
Jenny había culminado de lavar su uniforme verde olivo- y otros implementos de su dotación personal- en el pequeño río que formaba parte del campamento de Reyes. Su fusil esperaba en la orilla. Al advertir mi presencia salió al piso de madera que besaba el agua. No era un terno de baño el que usaba, sino los interiores cotidianos que parecían multiplicar su sensualidad. Los entrenamientos diarios y las duras jornadas de lucha sólo habían logrado pulir las formas perfectas del cuerpo de la muchacha. Entonces recordé que: “En Colombia hay más mujeres bonitas por kilómetro cuadrado que en el resto del planeta”. La había visto antes formando parte de la escolta del Comandante. De estatura mediana, de complexión más bien fuerte, trigueña, su cabello parecía más negro con el agua. Su rostro, sus manos y sus brazos tenían el color de la panela, las demás formas de su cuerpo habían sido protegidas, amorosamente, por el uniforme y la humedad de la selva. Un rayo de sol trajo a mi mente la analogía con los rostros amasados de trigo criollo de las dulces chiquillas de mi tierra.
El cuidado personal
¿ Por que no se baña? Me pregunta. El agua esta deliciosa. Le sentará muy bien. Entonces, con un cepillo inicia el ritual insinuante de peinarse frente al doble espejo de mis pupilas deslumbradas. Me atrevo a confesarle que esta radiante. Gracias, responde, acompañando la palabra con la mejor de sus sonrisas. Le comentó que me parece positiva la preocupación por la higiene y el cuidado personal que he podido advertir en todas las combatientes. Toma al vuelo mis palabras y recordo que las audiencias publicas, formo parte del grupo guerrillero designado para asistir a los diálogos con la juventud, en la Villa Nueva Colombia, en Los Pozos, se encontraron con cientos de jóvenes procedentes de todos los lugares de Colombia, cuya primera impresión fue verlas con sus uniformes nítidos, bien maquilladas, usando aretes, anillos, pulseras y cadenas de bambalina, pero a la última moda. Los muchachos no salían de su asombro, recuerda.
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